Lo que muchos no saben sobre el nuevo impuesto al plástico
El próximo mes de julio entrará en vigor el nuevo impuesto al plástico. Todos tenemos el objetivo de avanzar hacia un futuro más ecológico. Pero, ¿es esta la forma de lograrlo? ¿Qué hay detrás de este supuesto “impuesto verde”?
A continuación ampliamos la información sobre este gravamen y defendemos la posición de Plastic 85 al respecto.
Aspectos principales del nuevo impuesto al plástico
El Gobierno, por medio del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, aprobó en junio del 2020 la implementación del nuevo impuesto al plástico.
Hay que aclarar que este impuesto únicamente se aplicará en el caso de los plásticos de un solo uso -también conocidos como “monouso”– y es de carácter indirecto. Por lo tanto, recaerá sobre la fabricación, importación o adquisición del envase plástico.
¿Cuál es su repercusión económica? Se aplicará 0,45 euros por cada kilogramo de envase plástico. De acuerdo con las últimas estimaciones, equivale a una recaudación anual de más de 700 millones de euros por parte del Estado.
La postura de Plastic 85
Ante todo, subrayamos que en Plastic 85 no nos vemos afectados por esta nueva medida, pues nuestros productos plásticos no son desechables. Sin embargo, queremos pronunciarnos al respecto.
Desde nuestra empresa estamos convencidos de que el problema no es usar plástico en los productos desechables. De hecho, las alternativas son todavía más contaminantes para el planeta, como ya explicamos en un post anterior (ver artículo “Desmontando prejuicios sobre la inyección de plásticos”).
Ahora mismo, la imposición del nuevo impuesto responde más a una forma rápida de recaudar dinero a costa de poner trabas a la industria del plástico, ya mermada por las consecuencias de la crisis sanitaria.
Entonces, ¿cuál es la solución al problema medioambiental? En nuestra opinión, la solución pasa por invertir en la investigación e implementación de plásticos biodegradables y/o compostables.
También es igual de importante destinar fondos a la educación de la población. De nada servirán los avances tecnológicos si la gente continúa sin reciclarlos como es debido.
En definitiva, nuestro compromiso con la ecología nunca debe desatender contribuciones imprescindibles al sector sanitario o alimentario.